Los pies en la tierra

Desde anoche siento cómo te alejas. 

Saberte “cerca” me daba una sensación parecida a la de tenerte al lado en la cama. 

Todo esto ha sido muy raro, me mantengo con los pies en la tierra. He echado raíces, pero no sabes lo que disfruto volar cuando hablamos, 
revivir en loop cada sensación, 
conversarlas y re conversarlas, 
sentir entre vergüenza y ansias.
Quiero saber el cómo me ven tus ojos, 
Cómo me recuerda tu experiencia,
cómo te quedaste sin decir cosas,
cómo intentas hacérmelas saber. 

Por más que te dibuje limites para no irnos, fantaseo con cada detalle que vivimos y me pregunto que hubiese pasado sí fuésemos más parecidos, sí el norte que nos trazamos fuese uno compartido, sí encajásemos como piezas de rompecabezas. 

Creo que ambos tenemos la certeza de que no existe un camino en común.
Por más amor y excelente comunicación
(que no sabes cuando agradezco en mi corazón)
nos harían falta muchas cosas para pensarnos posible juntos. 
Es un sabor raro tener una certeza que se siente tan triste desde la plena conciencia de la no posibilidad. 

Me he preguntado desde que te fuiste el por qué sigo fantaseando con la posibilidad de vernos juntos, cuando sé (en las entrañas) que no quisiera eso. 
Pero hábito la ambigüedad y me cuestiono.


Somos honestos y transparentes, 
podemos entendernos en los momentos de fragilidad y hueco, 
creo que podemos darnos estabilidad 
desde el aire que nos hace volar en distintas direcciones.
Y honestamente creo, 
Y sé, 
que eso es más valioso que cualquier fantasía de una posible vida compartida. 

Hemos sido durante muchos años y a pesar de muchas cosas,
con momentos de saturación y de necesitarnos.
 
Nos hemos sabido surfear,
crecer en la distancia. 

Esto es más un gesto qué espero nos arrope,
que una declaración. 
No soy buena diciendo,
pero siento.
Siento un montón,
y esta es la forma que tengo de sobrellevar los puntos finales. 




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